Muchos de nosotros crecimos en un ambiente precario que con suerte mejoró con el tiempo; ahora en la adultez las carencias son otras y nuestros estudios universitarios sólo han servido para no estar en la franja de la pobreza, mas ser rico o tener una vida acomodada es tan sólo una quimera.
En México la desigualdad económica está presente desde hace mucho tiempo, mientras que en las economías europeas, asiáticas y norteamericanas a partir del siglo XX comenzaron a fraguarse cambios que reducían la brecha entre ricos y pobres, en nuestro país únicamente crece y se hace extrema.
Por tanto las cifras son desalentadoras: 57% de los ingresos nacionales están manos de las personas más ricas del país, por el contrario 9.2% de dichas ganancias pertenecen al 50% de la población más pobre. Además, un informe indica que 10% de la población más rica tiene ingresos 30 veces mayores a los de la mitad de los más pobres.

Con base en ello, la tendencia es clara: los ricos continúan enriqueciéndose y los pobres sólo se dirigen hacia una zona más incierta, hacia la pobreza extrema. A los pobres nos han enseñado que para sobrevivir debemos estar en deuda con las instituciones bancarias, vivir de préstamos y de artículos pagados en plazos.
Nos han hecho creer que los aumentos a los salarios mínimos son una enorme bendición, aunque después los impuestos y los precios de la canasta básica aumenten para nivelar ese “aumento”. Se nos ha vendido la idea de que tener “prestaciones de ley” es un lujo que no todas las empresas están dispuestas a otorgar.
A su vez, nos han metido en la cabeza que debemos envejecer en un empleo cuyo salario nos alcance para vivir “cómodamente”, sin importar que nuestra creatividad, tiempo, esfuerzo y dedicación sólo sirvan para enriquecer a otros.
Los pobres seguiremos siendo pobres, porque la riqueza de los ricos se hereda por generaciones y, al parecer, con la pobreza ocurre algo similar. Intentamos cambiar nuestra situación económica, pero la realidad nos golpea mostrándonos que en México es casi imposible.
Fuentes: