Justo hoy se cumple un mes de uno de los acontecimientos más trágicos que han tenido lugar en la historia moderna de México. El 19 de Septiembre de 2017, la tierra volvió a sacudirse, recordándonos que no somos eternos y que en los momentos más complicados, los mexicanos nos distinguimos por nuestro valor y nuestra empatía.
369 personas fallecieron, tras el movimiento telúrico; 228 en la Ciudad de México, 74 en Morelos, 45 en Puebla, 15 en el Estado de México, 6 en Guerrero y 1 en Oaxaca. Además de las lamentables pérdidas humanas, ahora se tiene una noción real de todas las vidas que se vieron cambiadas radicalmente por este desastre.
El Gobierno Federal estima que en todo el país hay más de 12 millones de afectados, en más de 400 municipios (esto contando a aquellos que fueron afectados también por el sismo del 7 de Septiembre). Solamente en la Ciudad de México, se registra un total de 5 mil 765 viviendas dañadas; 40% de ellas sufrieron daño total y quienes vivían en ellas, aún no saben qué harán para reconstruir su patrimonio.
En total, los dos temblores dejaron más de 180 mil viviendas dañadas en todo el país, 50 mil de ellas (el 28%), tienen un daño estructural total. Oaxaca es la entidad con más hogares dañados, con más de 63 mil. La Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatur), estima que son más de 250 mil los mexicanos que se quedaron sin un techo y que no tienen idea de qué tendrán que hacer en los próximos meses para recuperarlo.
Miles de personas también se encuentran en una situación bastante complicada, a causa de casos, en los que edificios que están al borde del colapso impiden que cientos de familias regresen a sus casas o departamentos, esto por el alto riesgo que se vive en zonas como Coapa, Tlalpan o la Colonia Del Valle.
Nuestro siempre “confiable” gobierno, asegura que entregará más de 6 mil millones de pesos a través del Fonden, para ayudar a aquellos que se quedaron sin hogar después del sismo, mientras que la reconstrucción total del país costará más de 46 mil millones de pesos, además de que será un proceso costoso, también será muy lento.
Aquellos que se quedaron sin hogar, se dicen agradecidos por estar con vida, aunque gran parte de los afectados aseguran que, 30 días después de la tragedia, sienten que el gobierno los ha dejado de lado y que no se preocupa por su futuro. Además de la indiferencia del gobierno, la ayuda, que en un principio fue abrumadora, ahora ha comenzado a extinguirse, todo esto sumado a las lluvias que amenazan con destruir lo poco que les queda, y la rapiña de la que han sido objeto múltiples edificios dañados, dan como resultado un presente desolador para muchos y un futuro incierto.
Actualmente, muchos afectados se ven forzados a vivir en la calle, en casas de campaña, para cuidar lo que queda de sus pertenencias; otros han llegado a centros de acopio y albergues, para por lo menos tener comida y un lugar decente para dormir; otros damnificados han decidido vivir en casa de amigos,familiares o vecinos y hay otros que han decidido dejar la Ciudad de México y las zonas dañadas, moviéndose a otros estados o colonias.
Tenemos que estar conscientes de que no es momento de aflojar, la ayuda tiene que seguir llegando, para todos aquellos que perdieron su patrimonio en segundos. Que nuestra empatía y bondad se siga viendo, porque esto aún va para largo.