Es indiscutible que la justicia en México es algo que tristemente se tiene que comprar, a pesar de que debería estar garantizada para todos y cada uno de los que vivimos aquí. Es triste ver que las cárceles están llenas, sobre todo, de personas de bajos recursos que no cuentan con el dinero para defenderse y buscar justicia, mientras que otros, que son verdaderos delincuentes, siguen libres, gracias a que compran a medio mundo.
La mayoría de las personas que se encuentran en la cárcel eran artesanos, obreros, comerciantes y vendedores ambulantes, esto antes de entrar a prisión; mientras que solamente 24% de los reos eran profesionistas. En resumen, la mayoría de quienes están encerrados en prisiones, no contaban con recursos económicos.
Con estos datos no queremos decir que ser pobre es sinónimo de delincuente, porque esto obviamente no es verdad, aunque en la sociedad en la que vivimos es muy común que se coloque un estigma delictivo sobre las personas de bajos recursos. Por otro lado, también podemos deducir que la justicia mexicana, en muchas ocasiones, es selectiva y tiende a discriminar, guiándose por la clase social.
Es cierto que al vivir en la pobreza, es más fácil verse tentado a recurrir a la delincuencia para sobrevivir, pero tampoco podemos generalizar este tipo de comportamiento, ya que hay muchas otras personas que cuentan con riqueza, preparación, “palancas” y apoyo, y que de alguna forma también deciden robar, asesinar o llevar a cabo una gran variedad de delitos.
Debemos estar conscientes de que el delito no es propio de alguna clase social, ya que lamentablemente, todos en algún momento, podemos caer en situaciones que nos empujen a cometer algunas faltas, pero por otro lado, es claro que en México no nos castigan por igual. Es común ver que por la calle se desconfié de un muchacho que se expresa mal o que trae puesta ropa rota, mientras que nunca se sospecha de aquél que va vestido con un traje o que cuenta con múltiples amistades influyentes.
Como en todo, la prole se ve afectada e influenciada por estereotipos y por la misma corrupción que nada más no nos deja crecer como país y como sociedad. ¿Hasta cuándo será que dejemos de ver las cárceles llenas de personas que son inocentes, pero que se les culpó porque estuvieron en el momento y lugar equivocados y porque no pudieron comprar a la justicia? ¿Cuándo será el día en que podamos presumir que México cuenta con un sistema de justicia completamente confiable?
¿Será que nunca podremos avanzar y el dinero seguirá moviendo al país, sin importar la magnitud de delitos que se cometan en las altas esferas?
Como siempre prole, se vale soñar…