¿Cuántas veces no te has quedado con cara de “what”, después de que te conviertes en víctimas de la finísima lengua de un alburero profesional?
Para ponernos en contexto, muchos piensan que los mexicanos somos maestros del albur, aunque claramente, son pocos los miembros de la prole que pueden presumir de entender y crear un sinfín de frases tan finas, que dejarían a la reina de Inglaterra con el ojo cuadrado.
Primero que nada, definamos lo que es el albur:
Un albur es un duelo verbal de alusión sexual, en donde el que gana es “el macho” y quien pierde es aquel que queda como “el sometido”. En palabras más simples, el que gana es “un chingón” y quien pierde quedó “chingado”, sexualmente hablando.
Dicho duelo requiere de una gran habilidad mental y verbal, además de que exige un amplio dominio del lenguaje, y sin duda la prole se lleva las palmas en esta área.
Se cree que el albur nació en la zona centro de México, entre los mineros que permanecían encerrados durante mucho tiempo, y que encontraron gran entretenimiento en estos juegos de palabras; con el tiempo, los albures se convirtieron en una cualidad de los mexicanos y de nuestra lengua.
El albur es generado, gracias a las similitudes que encontramos en ciertos objetos (como un palo, huevos o salchichas) con partes del cuerpo humano, lo cual facilita que otorguemos un doble sentido a dichos términos. De esta forma, recurrimos a las figuras retóricas, para representar algunas cuestiones relacionadas con el sexo, el cual aún es un tema tabú en la sociedad mexicana.
La realidad es que los albures están presentes en todo momento, en la comida, en el trabajo, en el cuerpo, razón por la que es muy importante mantenerse alerta para captar cualquier palabra con doble sentido, que podamos escuchar o expresar. De hecho, algunos expertos sugieren que el albur no es algo perjudicial para la lengua, sino todo lo contrario, ya que podría ser un buen método educativo para ampliar el vocabulario, mejorar la atención, y la misma destreza mental y verbal.
Muchas personas realmente piensan que los albures son propios de las personas con poca educación, y de aquellos de clases sociales más bajas, pero claramente tienen que reconocer que se requiere mucho ingenio para decir un albur, algo que solamente la prole puede realizar con éxito.
El albur se ha convertido en una característica de la picardía mexicana, algo que nos distingue del resto del mundo, y que nos ha permitido emplear el idioma español de una manera completamente diferente, propia de México.
Los albures pueden ser usados en frases, canciones, poemas, adivinanzas y preguntas, y finalmente, gana aquél que logré dejar callado a su interlocutor. Por mucho tiempo se pensó que el albur era propio de los hombres, aunque actualmente, las mujeres han demostrado que la agilidad mental y el conocimiento en palabras y términos, no es exclusivo de un solo sexo.
Ahora, todos podemos disfrutar de los albures, ya que forman parte de nuestra cultura y del humor que caracteriza a los mexicanos.
¡Con cuidado, no se los vayan a bailar!