Es bien sabido que méxico es un país donde la pobreza resalta en muchos ámbitos sociales, incluso en las calles es bastante común encontrar personas que piden monedas a cambio de un servicio, como el de limpiar el parabrisas a un automóvil, de tocar un organillo o simplemente por nada.
Durante años, los gobiernos vienen y van, prometiendo un cambio verdadero y un impulso a la juventud del país, sin embargo, y tal vez gracias a la sobrepoblación, los números de este sector de la población cada vez son peores.
Según el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), en el país existen alrededor de 37.5 millones de jóvenes de entre 12 y 29 años, los cuales representan el 31.4% de la población. La cuestión es que, de esas cifras, para 2014 el 47.1%, o sea, 17.5 millones de jóvenes, estaban en situación de pobreza, 13.9 millones se encontraban en situación de pobreza moderada y 3.6 millones en situación de pobreza extrema.
Para el 2016, las cifras habrían disminuido pero no como se hubiera deseado. Según el Ceneval, los jóvenes en situación de pobreza, representaban el 44.3% del total de los jóvenes, de los cuales 36.9% se encontraban en pobreza moderada y el 7.3% en pobreza extrema.
Según el Conapred, 19 millones de jóvenes tienen ingresos menores a la línea de bienestar económico (es decir 2 mil 542 pesos mensuales, en las ciudades, y mil 614 pesos al mes, en el campo), dato que plantea un panorama sobre nuestra juventud y el futuro que les aguarda.
Además de la pobreza, la discriminación es un tema prioritario para atender ya que en México cada vez más jóvenes son discriminados por diversas situaciones, entre ellas, su condición social, su apariencia física (ligada a su condición económica), la escuela donde estudiaron, el lugar donde viven, o incluso sus publicaciones en redes sociales.
Esta condición convierte a los jóvenes mexicanos en un sector altamente vulnerable, pues “se les percibe como amenaza para la cohesión social”, excluyéndolos de espacios y oportunidades laborales o educativas, e impidiendoles el reconocimiento de sus derechos, especialmente los sexuales y reproductivos.
Con el fin de frenar esta situación, el Conapred mencionó que el Estado debe combatir la pobreza mediante: “el acceso a un empleo formal, bien remunerado y con prestaciones; acceso a servicios de salud y educación de calidad, en todos los niveles de atención, y el combate a la violencia en hogares, escuelas y comunidades (principalmente el crimen organizado, la delincuencia común y la trata de personas)”.