Para los mexicanos pertenecientes a la clase media, el hecho de tener la posibilidad de adquirir productos de “marca” es una necesidad. Gran parte de la prole es capaz de no comer bien con tal de comprarse la ropa de equis marca o el teléfono de moda.
Pero, ¿a qué se debe este tipo de preferencias?
Según algunas encuestas, dos de cada tres mexicanos creen firmemente que las marcas nacionales son inferiores a las extranjeras. De hecho, 23% de los entrevistados han declarado que nunca han comprado algún producto mexicano, lo que reafirma la creencia de que las marcas mexicanas no han logrado desbancar la popularidad de aquellas firmas con fama internacional.
Aunque sea muy difícil para algunos aceptarlo, a muchos mexicanos les encanta andar malgastando el dinero en productos de marcas “famosas” que, finalmente, ni siquiera son de buena calidad. En México, las empresas trasnacionales han decidido seguir lavándonos el cerebro, para que sigamos consumiendo sus productos, a pesar de que los hacen con los materiales más baratos, sin tomar en cuenta las necesidades del mercado nacional.
La realidad es que las grandes marcas se han encontrado con una mina de oro en México, debido a que se han especializado en vendernos experiencias, en vez de productos de buena calidad. ¿Cuántas veces no hemos catalogado a los demás por el celular que traen o por la ropa que utilizan?
Tristemente, la prole se enfoca tánto en lo material, que ahora hasta el café que cada uno tomamos es objeto de discriminación; así de simple: Si no eres capaz de gastarte más de 50 pesos en un vaso de café, dentro de un establecimiento popular, serás juzgado como “codo”, “pobre” o “corriente”.
La magia del marketing ha invadido nuestro país, convenciéndonos de que es más importante comprar productos de “marca”, que pagar una buena educación, poner comida en la mesa y hacerle arreglitos a nuestras casas (bien que andamos presumiendo el iPhone 25, mientras que nuestras casas no cuentan siquiera con pisos decentes).
La prole es especialista en endeudarse para continuar con el consumo de marcas vanguardistas, que se aprovechan de nuestra ingenuidad y ganas de pertenecer, para asaltarnos.
¿De qué te sirve gastarte miles en ropa, si finalmente vas a terminar endeudándote por mil meses sin intereses? ¿No sería más lógico investigar y probar marcas de calidad, que no abusen de los precios?
No estamos diciendo que es incorrecto que nos demos un gustito de vez en cuando, finalmente, si realmente quieres gastar 20 mil pesos en un teléfono celular es muy tu problema, pero, ¿no te gustaría utilizar ese dinero para algo más productivo?
Finalmente, lo material no nos lleva a la felicidad…