Es bien sabido que andar en bicicleta tiene muchos beneficios en términos de salud, medioambientales y económicos, sin embargo, en países latinoamericanos este método de transporte continúa siendo juzgado como un “transporte para pobres”.

En Países Bajos, Francia, Reino Unido o Alemania las ciudades han buscado acomodarse para permitir que los ciudadanos puedan moverse en bicicletas, siendo uno de los medios de transporte preferidos.
En cambio, en Latinoamérica el utilizar la bicicleta es erróneamente considerado como un símbolo de pobreza, al ser accesible a la mayor parte de la población mucha gente cree que su utilización rebaja su estatus socioeconómico.
Asimismo, la falta de planeación por parte de las autoridades hace que utilizar este medio de transporte sea mucho más complicado, mientras que en países como Francia hay un carril exclusivo para los ciclistas, en Latinoamérica esta clase de carriles son prácticamente inexistentes.
Esto genera que el ciclismo urbano se convierta en una actividad de alto riesgo, donde los ciclistas no sólo deben de cuidarse de la precariedad de las calles, sino también deben de mantenerse atentos en caso de que algún automovilista decida no respetarlos.
Si queremos avanzar en el tema de movilidad urbana es imperativo darle un espacio a la bicicleta, este medio de transporte traerá un gran beneficio para sus usuarios al ahorrarles un par de pesos para moverse de un punto a otro, además de que les ayudará a tener una vida sana.
La bicicleta no es de pobres ni de ricos, es un vehículo ecualizador que gran parte de la población puede utilizar, por lo tanto, las autoridades deben de buscar la forma de promover este vehículo en las grandes ciudades.
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