Cuando el covid-19 llegó a México parecía que la situación se resolvería en poco tiempo, tal vez un par de meses en cuarentena y después todos regresaríamos a la normalidad. Sin embargo, desde el primer caso confirmado ha pasado más de un año y medio y la realidad mexicana cambió completamente, sobre todo en el sector laboral.

En agosto de 2020 el desempleo representaba el 5.3% de la población económicamente activa, debido a que muchos trabajos dedicados a los servicios (restaurantes, turismo, fiestas, entre otras) vieron su demanda sumamente reducida.
El tiempo pasó, el Home Office se convirtió en una forma común de trabajar, la informalidad incrementó y las leyes sanitarias se comenzaron a flexibilizar con la llegada de la vacuna.
Todo esto se tradujo en la reducción del desempleo pasando a 4.3% en agosto de 2021, llegando a una ocupación informal de 31,4 millones de mexicanos y las personas subempleadas representaron un 13% de la población económicamente activa.
“El empleo sí se ha recuperado pero la mayor parte en la informalidad y hay todavía un tema con la subocupación. Y además, hay salarios menores a los que se tenían antes y esto implica una afectación para las familias mexicanas”– Gabriela Siller, la directora de análisis de Banco Base.
Es importante recuperar los empleos formales, para que de esta manera los trabajadores estén protegidos, si bien el subempleo y los empleos informales son una gran solución para las familias, a la larga traerá más daño que beneficios para el país.
Por lo tanto, es necesario que el país genere incentivos para las empresas, invite a mayor inversión para que los trabajadores recuperen sus empleos y con ello, la economía se fortalezca.
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