Albert Einstein enunció una frase llena de verdad: “¡Triste época es la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Los prejuicios se arraigan a las sociedades de tal manera que resulta casi imposible transformarlos o borrarlos.
Una encuesta elaborada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) acerca de los prejuicios de los mexicanos y las consecuencias de éstos, reflejó información alarmante, pero no sorprendente, sobre el tema.
El 40% de los encuestados cree que los pobres no se esfuerzan por dejar su condición de pobreza, además un 30% considera que las personas indígenas son pobres a causa de su cultura. Como puede verse se trata de ideas retrógradas que incluso en nuestra época perviven.

Respecto a la gente pobre, en México circulan un sinfín de prejuicios y se han creado estereotipos que nacen de los medios de comunicación, del imaginario colectivo y de la historia. Siguiendo esta lógica, la imagen de una persona pobre trae consigo ciertas características: tez morena, ropa desaliñada, léxico reducido, pocos modales, pasado indígena, etcétera.
Las particularidades mencionadas parten de los prejuicios y construyen los actos discriminatorios hacia las personas de escasos recursos; la discriminación a la que se enfrentan día con día les imposibilita la movilidad económica y los hunde irremediablemente en la pobreza.
La pobreza, los prejuicios y la discriminación son cadenas para los pobres, lazos que los unen a una situación sin cambios. No es que no se esfuercen por dejar su pobreza, lo que resulta es que estos tres elementos conjugados los imposibilita para hacerlo, se trata así de un círculo vicioso. Los indígenas, además, se enfrentan a los estigmas acerca de su cultura y la doble visión que se tiene de ésta: el pasado indígena se enaltece, el presente indígena se humilla.
Retomando la frase inicial, es sumamente complicado destruir un prejuicio, pues implica abandonar ideas con las que hemos crecido, sin embargo, no resulta imposible.
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