Los pobres hacen más quehacer

Después de trabajar llegas a casa a trabajar unas horas más, así es la vida de los pobres. Los deberes del hogar no esperan y son tantos que debemos invertirles muchas horas a la semana.

¿Te has puesto a pensar cuántos días del año destinas a la limpieza de la casa y al cuidado de tus hijos al término de tu jornada laboral?

Estudios del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que después de laborar en un empleo remunerado, las mujeres invierten en promedio tres horas a realizar deberes del hogar, mientras que los hombres una hora. Al finalizar un año, ese tiempo se traduce en 40 días invertidos a efectuar quehaceres para las mujeres y 16 para los hombres.

Esos datos hablan de la gente promedio, pero las cifras de la población más pobre aumentan considerablemente.

Las mujeres de bajos recursos dedican a las tareas domésticas alrededor de 13 horas más a la semana que los hombres; si se suma todo el tiempo que designan al día limpiando la casa, haciendo las compras del hogar y cuidando a los niños y abuelos, da un total de 45 días anuales, 120 horas más que una mujer promedio.

Seguramente si se realizara un estudio semejante en clases altas, nos daríamos cuenta de que apenas dedican tiempo a limpiar el hogar, ¿a qué se debería esta gran diferencia? La respuesta es simple, el poder adquisitivo de este sector se traduce en un mayor número de aparatos electrónicos que reducen el tiempo invertido en quehaceres, dado que no es lo mismo lavar un montón de ropa a mano, que introducir toda la carga a una lavadora que hasta seca la ropa en instantes.

A su vez, las personas ricas ni siquiera se molestan en tareas mundanas como limpiar, pues cuentan con servidumbre que hace todo por ellos, desde cocinar, lavar ropa, planchar, hasta cuidar a sus hijos.

No cabe duda que el dinero te da la oportunidad de delegar deberes o de optimizar las tareas con ayuda de aparatos electrónicos; no obstante, en México la pobreza es una realidad, a los más pobres sólo nos queda lidiar con el cansancio después del trabajo y enfrentar el cúmulo de tareas del hogar con desánimo.  

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