El Covid 19 comenzó a esparcirse a finales de 2019. Nadie esperaba que se extendiera con tanta velocidad y causara tanto daño, sobre todo en el sector laboral.

El virus llegó a México a mediados de febrero de 2020, obligando a la población a resguardarse en marzo. Parecía una situación temporal, pero pronto el tiempo siguió corriendo y el encierro se alargaba, dando como resultado que el ingreso real laboral disminuyera un 6.7% en el tercer trimestre de 2020 y la pobreza laboral aumentará de 38.5% a 44.5%, de acuerdo con datos de CONEVAL.
La cuarentena dañó tanto al empleo formal como al informal, pero esto no evitó que mexicanos buscaran soluciones para obtener ingresos. Ante la falta de espacios para laborar de manera formal más personas ingresaron al sector informal o a actividades relativas con la pandemia.
La gente trabajando en servicios de delivery como Didi, Uber Eats o Rappi incrementó en la crisis sanitaria. Según el director general de Rappi en México, Alejandro Solís, los repartidores registrados aumentaron de 30 mil a 50 mil en 2020.
Asimismo, la oferta de empleo en los servicios de primera línea, como supermercados, farmacias u otros servicios médicos también tuvo un desarrollo positivo debido a las compras de pánico.
En cuanto al sector informal, los vendedores comenzaron a ofrecer caretas, gel antibacterial, mascarillas y productos de limpieza por el miedo al contagio. Familias desempleadas comenzaron a dedicarse a la venta de comida para así mantener sus ingresos.
Es imposible de negar que los mexicanos son sumamente resilientes y crean soluciones. Pero, el regreso a la «normalidad» puede complicarse si se continua con la balanza del empleo más inclinada hacia el sector informal, ya que habrá menor recaudación de impuestos y menores posibilidades de acabar con la desigualdad.
Fuentes
https://www.eluniversal.com.mx/opinion/jose-enrique-mendoza-mendez/empleo-y-pandemia