El fuerte crecimiento de la participación laboral femenina es uno de los cambios socioeconómicos más importantes del último medio siglo. En América Latina el porcentaje de mujeres adultas que trabajan o buscan trabajo activamente incrementó en de 20 a 65%.
México no es la excepción, su participación laboral se duplicó alcanzando una tasa de casi 60%. Indudablemente se trata de un gran logro que debemos celebrar.
Hoy sabemos, sobre la base de numerosos estudios, que la participación laboral femenina no sólo beneficia a las mujeres, sino que también favorece la productividad de las empresas, el desarrollo económico y el progreso hacia sociedades más equitativas.
Sin embargo, serias desigualdades de género persisten en los mercados de trabajo. En América Latina, la brecha de participación entre hombres y mujeres es de casi 30%, mucho más de lo que se observa en países con mayor grado de desarrollo. Y en México, la brecha de género es aún mayor, 35% aproximadamente.
La primer desigualdad se encuentra en el trabajo y cuidado del hogar, en donde ellas le destinan en promedio 66.5 horas semanales a actividades no remuneradas y al trabajo que sí es remunerado. Las mujeres trabajan, en promedio, 10% más horas que los hombres en la semana; ellas ganan 28% menos que ellos.
Las mujeres son más pobres.
En 2018 la población total en situación de pobreza fue de 52.4 millones de personas, de las cuales 27.3 millones eran mujeres, casi dos millones más que en 2008. La discriminación salarial contra las mujeres en México se ha acentuado, especialmente en quienes están en pobreza, pues las mujeres ganan una quinta parte menos que los hombres, aunque tengan el mismo nivel educativo.
«En 2016, una tercera parte de los ingresos de los hogares provenía de las mujeres, sin importar si se trataba de un hogar con jefatura en condición de pobreza o no, manteniendo esta composición desde 2010”, detalla la publicación Pobreza y Género en México: hacia un sistema de indicadores (2010-2016), elaborada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Coneval insiste en que el trabajo doméstico no remunerado es una de las dimensiones en las que “la desigualdad en las condiciones de vida de hombres y mujeres se expresa con mayor claridad, al evidenciar la sobrecarga de trabajo a la que están expuestas las mujeres”.
Antes de entrar a debatir si las mujeres ganan menos que los hombres en el mercado laboral, si son discriminadas o sufren violencia o acoso laboral, temas que sin duda se deben resolver, primero hay que dar un paso atrás. ¿Por qué la mayoría de las mujeres ni siquiera puede entrar al juego del mercado laboral?
Detrás de esa baja tasa de participación del 45%, se esconde la principal fuente de desigualdad histórica de género.
Sin duda alguna la suma de todos estos problemas hace que la población de pobres se vea aumentada en el género femenino por la falta de oportunidades y la discriminación a la que se enfrentan día con día.
Fuente:https://www.eluniversal.com.mx/opinion/elena-sandra-martinez-aguilar/la-pobreza-con-mirada-de-genero
https://www.animalpolitico.com/2018/03/discriminacion-salarial-mujeres-coneval/