Si algo hemos aprendido los mexicanos, es a tomar nuestras precauciones, cuando se trata de temblores y fenómenos naturales. Y es que, después del terremoto que sacudió a la Ciudad de México y su zona metropolitana, el 19 de Septiembre de 1985, quedó una gran herida dentro del corazón de todos los mexicanos, que perdieron a algún ser querido o que se quedaron sin hogar.
Después de la tragedia, el gobierno y la población, tomaron conciencia y comenzaron a crear una educación, la cual nos permitiera actuar de la manera correcta, durante un evento de esta naturaleza, para así, salvaguardar la vida de todos los mexicanos.
Ahora, es común ver como se hacen simulacros en escuelas, oficinas, hospitales, y todo tipo de lugares, para enseñar a las personas a mantener la calma y a protegerse. Aunque, debemos aceptar que aún nos falta mucha práctica, ya que muchas veces tendemos a olvidar el pasado y a pensar que, algo así, nunca más nos va a volver a suceder.
Actualmente, y para evitar derrumbes y pérdida de vidas humanas, se llevan a cabo, múltiples esfuerzos para aumentar la protección de las estructuras urbanas, mediante códigos de construcción avanzados, los cuales se imponen para cualquier persona o empresa, interesada en construir dentro de la Ciudad de México.
¿Cuántas veces, no hemos visto a personas que pierden la calma durante un temblor, por más pequeño que sea? Esto nos habla de que aún falta mucho por hacer, y que antes de ayudar a los demás, debemos controlarnos y mantener la calma. También es importante educar a las nuevas generaciones y enseñarles el valor de la prevención, ya que muchas personas que no vivieron lo ocurrido en 1985, lo toman a la ligera, ya que consideran que es algo que difícilmente les sucederá.
Aunque hoy en día, contamos con mayor educación –además de con múltiples instituciones como el Sistema Nacional de Protección Civil, el Centro Nacional de Prevención de Desastres y la alerta sísmica (la cual nos ha sacado varios sustos)– debemos educar a todos nuestros amigos y familiares, para que sepan lo que deben de hacer durante un movimiento telúrico de gran magnitud, y así evitar, la pérdida de vidas humanas.
A pesar de todos los males, afrontar una tragedia de este tipo, nos demostró que la unión de un pueblo, puede mover montañas y que nadie puede mantenerse indiferente ante la desgracia ajena.
Lo único que esperamos, es que todos los mexicanos hayan aprendido la lección y que no tengamos que pasar por algo similar, para que tomemos la educación y la prevención en serio.
Siempre tomen sus precauciones, querida prole.