El día de hoy, podemos presumir de grandes atletas mexicanos, quienes han puesto el nombre del país por todo lo alto, al ganar medallas dentro de los Juegos Paralímpicos, celebrados en Río de Janeiro.
Eduardo Ávila (Oro en Judo), Amalia Pérez (Oro en Levantamiento de potencia), Lenia Ruvalcaba (Oro en Judo), Ángeles Ortiz (Oro en Lanzamiento de bala), Félix Zepeda (Plata en Lanzamiento de jabalina), Salvador Hernández (Bronce en Atletismo), Pedro Rangel (Bronce en Natación, 100 metros pecho), Édgar Navarro (Bronce en Atletismo), Catalina Díaz (Bronce en Levantamiento de potencia), José Castillo (Bronce en levantamiento de potencia), Rebeca Valenzuela (Bronce en Atletismo) y Patricia Valle (Bronce en Natación, 50 metros pecho).
Todos ellos, son quienes se han subido al podio representando a nuestros país dentro de esta edición de los Juegos Paralímpicos; ellos, nos han callado la boca, y han demostrado que, cuando se quiere lograr algo, no existen los pretextos ni las limitaciones.
A pesar de que este certamen enfrenta diversos retos, debido al poco interés de los medios de comunicación, y a la falta de audiencia, sin duda, estos atletas, con cada competencia, nos han dado grandes lecciones de vida.
En lo que llevamos de esta competencia, la delegación mexicana, ya cuenta con 12 medallas: 4 de oro, 1 de plata y 7 de bronce; y la cuenta sigue, porque parece que nada va a detener a nuestros grandes atletas.
Sin importar las limitaciones físicas, estos deportistas nos enseñan que lo que importa es el esfuerzo de cada día, y el no darnos por vencidos, ni desanimarnos, a pesar de que todo esté en nuestra contra (¿escucharon bien, prole?).
Ya no existen pretextos para sentirnos mal o desanimados con los problemas que tenemos, porque finalmente, ¿para qué llegamos a esta vida, si no es para vivirla con alegría? Los atletas paralímpicos, reflejan este gran espíritu competitivo, ya que, aunque no cuentan con el apoyo económico, que quizá se le da a otros atletas, ellos no se dejan vencer y saben que el éxito está en ellos y en su dedicación.
Todos los mexicanos deberíamos de vivir bajo este mandamiento: Vivir día a día, como si fuera el último, a pesar de nuestras limitaciones físicas, sociales o económicas; que no nos importe lo que los demás piensen.
Tomen todo esto como una lección, y apoyen a nuestros representantes, porque si ellos nos están dando tantas alegrías, es momento de que les regresemos un poco, para recompensar su esfuerzo y las ganas con las que representan a México.
¡Todo México los reconoce y los felicita!