Me da nostalgia pensar que los noventas se acabaron, cambié los trompos por mi Alcatel, la Lulú de uva, por una “mona” de guayaba, y los tenis de luces por mis Jordan. Pero les regalo una probada de lo que dejamos atrás, o lo que algunos ni siquiera vieron de los noventas.
Rugrats
Un niño en pañales, con un destornillador metido en la cola; el pelirrojo con problemas emocionales, inseguro e hijo de un padre que da más miedo que ternura; unos gemelos que era difícil entender si eran niño y niña, o dos niñas. Eso era parte del entretenimiento que nos tenía horas frente al televisor.
Un tapete que acababa puerco, a los dos días de que tu jefa lo lavara; básico en el cuarto de un buen macho. Tenía calles en las que te dejaban jugar con tus coches, y uno que otro edificio como: escuelas, gasolinera, casas, etcétera.
Un salva pantallas que te tenia apendejado, esperando a que algún día llegara al final de ese eterno laberinto.
Pantalones grandes y ruidosos, que no te prometían llegar a algún lado, sin que te escucharan; tu madre te obligaba a usarlos diario, porque eran fáciles de lavar.
El bendito Discman, que no podías salir sin él a algún lado, en especial si ibas a la iglesia. El problema de este aparato, es que era imposible no gastar a lo guey en pilas y discos de los Back Street Boys, o cualquier grupo de ese tiempo.
Guardar pornografía no era tan fácil como ahora; en estos tiempos no te tienes que medir, solo agarras tu iPad y ¡papas!; pero antes guardarlo y darle el disfrute que se merece, era complicado, ya que te tenías que limitar a estas madres.
En MTV lo normal era que pasaran música, y no a las chavas como Yuseidi, que les mama embarazarse a temprana edad (16).
@TotalmenteProle