El cine no es solamente un espacio de entretenimiento, muchas veces se acompaña de critica que nos sirve para reflexionar sobre ciertas problemáticas, en este caso, de la pobreza imperante en México y que parece no tener fin. ¿Ya viste esta película, mi prole?
En 1950, el director español y nacionalizado mexicano Luis Buñuel, hizo incomodar al Gobierno y a la sociedad mexicana conservadora con su filme Los Olvidados, donde muestra al sector más pobre del entonces Distrito Federal, protagonizado por Roberto Cobo como «El Jaibo», Alfonso Mejía como «El Pedro», Mario Ramírez como «Ojitos» y Stella Inda como la madre de Pedro.

Un largometraje que muestra a niños, jóvenes y adultos en situación de pobreza y cómo esto se relaciona con la tendencia a delinquir, siendo El Jaibo un pandillero que acaba con la vida de uno de sus amigos. Historia realista y cruda que, a través del pesimismo muestra a personas desesperadas que viven en un ambiente marcado por la carencia de una familia unida y con necesidades económicas que les impiden resolver cuestiones básicas como la alimentación, una vivienda digna y falta de educación.
El Jaibo es visto como un joven problemático y que por ser el de mayor edad es el líder de la pandilla. Se muestra como un joven que roba, pero al mismo tiempo, se siente responsable de los más pequeños y comparte el botín con ellos, lo que muestra la ausencia de un adulto que guíe el comportamiento de los más jóvenes.

Ahora hablando de Pedro, personaje entrando en la pubertad pero que conserva el alma de un niño, se nos muestra como alguien igualmente tratando de subsistir en un ambiente cruel y quien tuvo el final más triste, al ser asesinado por El Jaibo. Por esta razón el final de la cinta es muy triste, debido a que parece que es inevitable el desenlace del menor, al nacer sin ninguna posibilidad para crecer y salir adelante.
Sin duda, se trata de una película que reflexiona sobre el pesimismo inherente de la pobreza y todas las clases sociales deberían de verla.
Fuentes:
https://ocec.edu.mx/blog/los-olvidados-y-su-realidad-pesimista